30.11.07

La foto de la semana

(Un instante, un gesto, una mirada captada en un segundo. Ángel Casaña, redactor jefe de Fotografía de EL MUNDO, selecciona y comenta la imagen de la semana.)


Foto de Ibraheem Abu Mustafa, REUTERS.
29 de noviembre.- En el conflicto de Oriente Medio, la fotografía de prensa se ha posicionado desde siempre del lado palestino. Por varios motivos. En primer lugar, porque quienes eligen la cámara como camino vital, en su vertiente noticiosa, suele ser gente con ánimo de cambiar el mundo. Segundo, porque una visión simplista de la actualidad permite identificar rápidamente a los buenos y los malos en una guerra cuyo comienzo se pierde en la memoria. Tercero, porque es más sencillo fotografiar a quienes lo pasan mal que a los triunfadores.
Esta pequeña franja del mundo viene marcando la actualidad internacional desde hace décadas. En esas tierras se vienen curtiendo los reporteros más reputados, desde allí nos llegan a diario carreras al hospital con un moribundo entre los brazos, imágenes de gran dureza tomadas en una morgue, disparos al aire o contra todo lo que se mueve, palos y bombas de unos a otros, y viceversa.
Con vanos intentos de finalizar con la muerte y el dolor diarios, con los propios palestinos disparándose entre sí, la desesperanza es una posición que se permiten incluso los que ven la botella medio llena.
Ahora tres patos cojos -Bush, Olmert y Mazen-, a cual más débil en sus propios territorios, lo vuelven a intentar. Sólo el anuncio de un acuerdo para obtener un acuerdo ha dejado fotografías de violentas manifestaciones, con varios muertos entre las filas de quienes se muestran en contra de que los israelíes sigan sobre la faz de la tierra. Y todavía no se ha comenzado a hablar de Jerusalén.
Estos días hemos vuelto a entornar los ojos hacia una tierra regada con tanta sangre que hace difícil que sus habitantes se pongan de acuerdo. Entre las fotografías de la semana, esta es particulamente interesante: una joven se asoma al balcón de su 'casa', en el campo de refugiados de Rafah.
El edificio ha sido literalmente devorado por el fuego israelí. Se hace difícil imaginar cómo es la vida de alguien acostumbrado a oír silbar los proyectiles contra la fachada de su hogar. El sentimiento de desolación que deja esta foto es tan terrible, que elimina cualquier resquicio a la esperanza. Es muy difícil que quienes sólo viven para ver muerto a sus vecinos, lleguen a la conclusión de que esta dinámina no tiene fin. Un gran retrato lleno de odio, muerte, devastación... y desesperanza.
Tomado del blog La foto de la semana.

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