19.6.08

Toda imagen es una trampa

Y. MONTERO - San Sebastián
EL PAÍS - 16-06-2008

Afirma Joan Fontcuberta (Barcelona, 1955) que su trabajo es "una indagación de la fotografía de la naturaleza para llegar a la naturaleza de la fotografía". Está muy interesado en el conflicto entre la realidad y la ficción, en el concepto de verdad, en el rigor descriptivo y en lo ilusorio.Todas estas cuestiones laten en las imágenes que ha reunido en la exposición Botánica oculta.Premio Nacional de Fotografía en 1988, Fontcuberta muestra una serie bautizada Orogénesis o, lo que es lo mismo, un conjunto de fotografías de paisajes virtuales, creados por ordenador a partir de cuadros o instantáneas firmadas por grandes artistas como Paul Cézanne, Salvador Dalí, Edward Weston o Albert Rengar-Patzsch. A este proyecto se suman otras cuatro propuestas fotográficas sobre las formas vegetales.
"Los paisajes son los contenedores y las formas vegetales son parte de lo que encontramos en esos paisajes. Está todo muy vinculado a la naturaleza. Y a mí me interesa la dimensión mágica, simbólica del mundo natural", explica el fotógrafo catalán en una entrevista telefónica.
El caso es que tanto los paisajes como las formas vegetales que se hallan en ellos son "un pretexto para poner encima de la mesa unos sistemas de representación fotográfica e indagar su naturaleza, su manera de funcionar", insiste.
Fontcuberta sostiene que con su trabajo pretende provocar "una actitud crítica" en el espectador. "Yo pienso que toda imagen es una trampa. O sea, toda imagen sustituye a algo de la realidad. Y en ese proceso de sustitución, normalmente hace un truco de prestidigitador, pero no nos damos cuenta. Hemos asimilado esa función de las imágenes y nos parece algo habitual".
Por eso él intenta que el espectador "preste atención a la dimensión ilusoria de toda imagen". Autor de libros como El beso de Judas, subraya que "vivimos en un mundo donde las imágenes están en todas partes y llegan en cierto punto a sustituir a la propia realidad". Por lo tanto, "han construido una segunda realidad de imágenes en la que, muchas veces, vivimos". "Las viejas categorías de verdad y falsedad ya no son operativas, porque nos hemos instalado en una especie de zona de nadie en la que siempre hay verdad y ficción. Ya no son dos conceptos antagónicos, sino que son elementos de cualquier relato y discurso. Es decir, que siempre hay algo de realidad y algo de ficción; la realidad influye en la ficción y la ficción influye en la realidad", subraya.
¿Y no teme que en ese deseo de despertar una actitud crítica en el espectador, éste se vuelva totalmente incrédulo ante sus imágenes? "La duda es positiva. Hemos de reaprender a dudar y a cuestionar lo que nos rodea. El hecho de que eso comporte un peligro está ahí, es cierto, pero me parece mucho más grave lo contrario: la pasividad, la credulidad".
Así que a la hora de abordar sus proyectos fotográficos, Fontcuberta lo tiene claro. Para él prima la parte conceptual, el objetivo de transmitir unas reflexiones, el fondo sobre el plano estético, sobre la forma. Ahora bien, esa parte estética ha de estar "al servicio de la comunicación", por lo que la cuida "con todo el esfuerzo" de que es capaz.

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