“La construcción de una
mirada”… que piensa
Un homenaje visual. En el Centro León, una exposición de fotografía
brasileña
Una exposición de fotografía brasileña es lógicamente una revelación por la
cantidad y la calidad de sus autores, pero “La construcción de una mirada”,
presentada en el Centro León, quedará en los anales de los acontecimientos
artísticos en República Dominicana.
Es singular y, como las manifestaciones mayores en el arte, no solamente plantea las características y los atractivos propios de su categoría, sino establece una comunicación, una fascinación que culmina en un planteamiento mucho más amplio.
En esta muestra, sobriamente dispuesta en la gran sala de exposiciones, observamos una austeridad voluntaria de la museografía, en un contexto cromático de tierra, para que sean las fotografías “quienes” impongan activamente –y lo hacen– su impacto.
La sobresaliente distribución de las obras en los espacios contribuye a su caudal de comunicación, y los textos, ligeros e intensos, no se interponen, más bien intervienen para orientar e ilustrar, permitiéndonos ver y disfrutar mejor.
Curaduría y exposición. Esta muestra ha tenido el privilegio de un curador excepcional, Diógenes Moura, a cargo del acervo fotográfico de la Pinacoteca de Sao Paulo y de las exposiciones (actualmente hay una del maestro dominicano Apeco), aparte de su talento de escritor, cuya profesionalidad y profesión de fe se destaca en los textos de la sala.
Sucede entonces que en el enfoque global, esta exposición de grupo ha hecho que fotógrafos de varias generaciones, personalidades y técnicas –cruzadas aun–, expongan juntas, con una misma concepción, en un mismo sentido.
Podríamos interpretar las ideas y la espiritualidad del curador, como sus convicciones formales y espaciales: la curaduría auténtica se vuelve co-creación y solidaridad con los artistas.
A partir de las imágenes, se construye una mirada a la vez común y diversa, luego esa mirada sobrepasa la percepción… y piensa, dándonos a pensar.
En la producción de cada fotógrafo se ha hecho una selección especial, que puede ser distinta aun de un repertorio habitual más portador de documento y reportaje aun.
Y ese estudio, esa experimentación –como bien la definen–, esa opción selectiva ha logrado su propuesta.
Presenta una fotografía típicamente brasileña, ajena a los “clichés” o al documento étnico-antropológico o directamente sociológico, con una mezcla de reflexión y de humor, de melancolía y de fantasmagoría, de crítica y de dolor aun, con un agudo contenido estético y poético: es hermosa y totalmente ajena a la complacencia y la “bonitura”.
Ángulos escogidos. El resultado es un homenaje visual, emotivo, intelectual, a Brasil, un retrato interior vibrando desde la captación de la realidad externa.
Diógenes Moura entrega una suerte de conjunto “ideológico”, a través de 76 obras y 25 artistas –de distintas procedencias, pero todos sintiendo y amando Brasil–, sin ninguna escuela particular, y al mismo tiempo una increíble riqueza de metáforas, conflictos y testimonios, en base a elementos populares siempre (con excepción de dos o tres perspectivas urbanas). Como colectiva, está tan bien compuesta, tan completa… y compleja, que pensamos que esta iconografía persigue reflejar una suerte de memoria cultural brasileña, de lo visible e invisible, en fin de la verdadera e infinita identidad de un subcontinente…
“La construcción de una mirada” expresa un compromiso, reiterado en cada imagen fotográfica, con el individuo y la condición humana, la vida y la muerte, la noche y la luz –pues la intensidad y los matices luminosos revisten una especial importancia, ¡hasta los bombillos eléctricos!–, trátese de las fotos en blanco y negro –la mayoría– o de aquellos “cuadros” de color profundo y dramático.
Siendo arte, esas fotografías no son un mero reflejo de la realidad, sino que sus elementos hacen penetrar en el corazón de ella, mediante una visión siempre elaborada y varios territorios –íntimos, sociales y geográficos–, totalmente ajenos a una mirada turística y sus tentaciones omnipresentes, empezando por el mar y la playa, la ciudad, las calles y la gente.
La magia es otra, otras son las fuentes de inspiración. “La mirada no ve… la mirada refleja”, esta frase que atraviesa el muro de par en par cuando llegamos a la mitad de la exposición, propicia una pausa, favorecida también por monografías dispuestas en una mesa e invitando a la consulta.
En ese “instante” espacial, hay una sola fotografía… que irónicamente mira a quienes miran, a través del gesto burlón de dos niños.
Del mismo modo que cada fotógrafo amerita que el espectador se detenga ante sus obras y las mire cuidadosamente, dos veces más que una, de la composición a los detalles, quien las analice ha de particularizar su comentario, y queremos hacerlo en un próximo artículo, si no dedicado a todos los expositores, contextos e imágenes, a aquellos, escenarios, confrontaciones y retratos, ¡que nos han sorprendido, seducido, impresionado, hasta perturbado más!
ZOOM
La mirada refleja
Rafael Emilio Yunén expresa: “Esta exposición ha sido también una fuente de reflexión y experimentación. Diógenes fue seleccionando obras fundamentales de una colección maravillosa que posee alrededor de 700 imágenes. Su desafiante argumento para organizar esta muestra ha sido que “la mirada no ve… la mirada refleja”. De esta manera, con 76 obras distribuidas en la Sala Mayún Asensio de León, Moura demuestra cómo 25 artistas pertenecientes a diversas generaciones han construido su mirada en la medida en que ella va reflejando la interiorización, la reflexión interior ante la motivación exterior, que cada uno de ellos experimentó cada vez que hizo una fotografía.”
tomado de hoy,4-5-2013
Es singular y, como las manifestaciones mayores en el arte, no solamente plantea las características y los atractivos propios de su categoría, sino establece una comunicación, una fascinación que culmina en un planteamiento mucho más amplio.
En esta muestra, sobriamente dispuesta en la gran sala de exposiciones, observamos una austeridad voluntaria de la museografía, en un contexto cromático de tierra, para que sean las fotografías “quienes” impongan activamente –y lo hacen– su impacto.
La sobresaliente distribución de las obras en los espacios contribuye a su caudal de comunicación, y los textos, ligeros e intensos, no se interponen, más bien intervienen para orientar e ilustrar, permitiéndonos ver y disfrutar mejor.
Curaduría y exposición. Esta muestra ha tenido el privilegio de un curador excepcional, Diógenes Moura, a cargo del acervo fotográfico de la Pinacoteca de Sao Paulo y de las exposiciones (actualmente hay una del maestro dominicano Apeco), aparte de su talento de escritor, cuya profesionalidad y profesión de fe se destaca en los textos de la sala.
Sucede entonces que en el enfoque global, esta exposición de grupo ha hecho que fotógrafos de varias generaciones, personalidades y técnicas –cruzadas aun–, expongan juntas, con una misma concepción, en un mismo sentido.
Podríamos interpretar las ideas y la espiritualidad del curador, como sus convicciones formales y espaciales: la curaduría auténtica se vuelve co-creación y solidaridad con los artistas.
A partir de las imágenes, se construye una mirada a la vez común y diversa, luego esa mirada sobrepasa la percepción… y piensa, dándonos a pensar.
En la producción de cada fotógrafo se ha hecho una selección especial, que puede ser distinta aun de un repertorio habitual más portador de documento y reportaje aun.
Y ese estudio, esa experimentación –como bien la definen–, esa opción selectiva ha logrado su propuesta.
Presenta una fotografía típicamente brasileña, ajena a los “clichés” o al documento étnico-antropológico o directamente sociológico, con una mezcla de reflexión y de humor, de melancolía y de fantasmagoría, de crítica y de dolor aun, con un agudo contenido estético y poético: es hermosa y totalmente ajena a la complacencia y la “bonitura”.
Ángulos escogidos. El resultado es un homenaje visual, emotivo, intelectual, a Brasil, un retrato interior vibrando desde la captación de la realidad externa.
Diógenes Moura entrega una suerte de conjunto “ideológico”, a través de 76 obras y 25 artistas –de distintas procedencias, pero todos sintiendo y amando Brasil–, sin ninguna escuela particular, y al mismo tiempo una increíble riqueza de metáforas, conflictos y testimonios, en base a elementos populares siempre (con excepción de dos o tres perspectivas urbanas). Como colectiva, está tan bien compuesta, tan completa… y compleja, que pensamos que esta iconografía persigue reflejar una suerte de memoria cultural brasileña, de lo visible e invisible, en fin de la verdadera e infinita identidad de un subcontinente…
“La construcción de una mirada” expresa un compromiso, reiterado en cada imagen fotográfica, con el individuo y la condición humana, la vida y la muerte, la noche y la luz –pues la intensidad y los matices luminosos revisten una especial importancia, ¡hasta los bombillos eléctricos!–, trátese de las fotos en blanco y negro –la mayoría– o de aquellos “cuadros” de color profundo y dramático.
Siendo arte, esas fotografías no son un mero reflejo de la realidad, sino que sus elementos hacen penetrar en el corazón de ella, mediante una visión siempre elaborada y varios territorios –íntimos, sociales y geográficos–, totalmente ajenos a una mirada turística y sus tentaciones omnipresentes, empezando por el mar y la playa, la ciudad, las calles y la gente.
La magia es otra, otras son las fuentes de inspiración. “La mirada no ve… la mirada refleja”, esta frase que atraviesa el muro de par en par cuando llegamos a la mitad de la exposición, propicia una pausa, favorecida también por monografías dispuestas en una mesa e invitando a la consulta.
En ese “instante” espacial, hay una sola fotografía… que irónicamente mira a quienes miran, a través del gesto burlón de dos niños.
Del mismo modo que cada fotógrafo amerita que el espectador se detenga ante sus obras y las mire cuidadosamente, dos veces más que una, de la composición a los detalles, quien las analice ha de particularizar su comentario, y queremos hacerlo en un próximo artículo, si no dedicado a todos los expositores, contextos e imágenes, a aquellos, escenarios, confrontaciones y retratos, ¡que nos han sorprendido, seducido, impresionado, hasta perturbado más!
ZOOM
La mirada refleja
Rafael Emilio Yunén expresa: “Esta exposición ha sido también una fuente de reflexión y experimentación. Diógenes fue seleccionando obras fundamentales de una colección maravillosa que posee alrededor de 700 imágenes. Su desafiante argumento para organizar esta muestra ha sido que “la mirada no ve… la mirada refleja”. De esta manera, con 76 obras distribuidas en la Sala Mayún Asensio de León, Moura demuestra cómo 25 artistas pertenecientes a diversas generaciones han construido su mirada en la medida en que ella va reflejando la interiorización, la reflexión interior ante la motivación exterior, que cada uno de ellos experimentó cada vez que hizo una fotografía.”
tomado de hoy,4-5-2013
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